lunes, 13 de julio de 2020

Proyectar e idealizar es lo que nos hace sufrir, porque pretendemos demasiado, soñamos lo perfecto, y cuando no es así nos desarmamos.

Amo hacer planes, pensar en cada detalle, en cada cosa que quiero hacer, me imagino en el lugar, me imagino con quien, me imagino la foto que quiero sacar, lo que quiero comer, lo que quiero hacer. 

Hace unos meses lo tenía todo en mi cabeza, absolutamente idealizado, lo esperaba, con la ansiedad que me caracteriza, contaba cada día que faltaba, me hice una lista de lo que necesitaba, sacrifique un par de cosas y todo quedó en la nada. 

Me destruyó, no quise reconocer que fue a tal extremo pero lo fue, sentí que me arrebataron todo, todos esos sueños, y que hija de puta que puede ser la vida a veces. 

Ahora, 116 días después, mi cerebro no tiene la capacidad de proyectar absolutamente nada, ni siquiera algo tan simple como levantarme mañana, y qué esperar cuando finalmente termine esto? Si nada va a volver a ser lo que era, si el tiempo no se recupera, si ya no soy igual ni tengo lo que tenía.