miércoles, 26 de agosto de 2020

Hablando con quien vivió el día a día de nuestra relación pude ver qué era eso que todo este tiempo me aferró tanto a vos, me recordó esas veces que peleábamos y aparecías en la puerta de mi trabajo, como sin importar donde estabas me venias a buscar para terminar tu noche conmigo, como me pedías que te acompañará hasta en algo tan simple como ir a comprar para vernos un rato, o como no te importó lo que podrían llegar a decir a opinar porque quisiste que viviéramos juntos.

Y si, las dos llegamos a la conclusión de que eras todo lo que quería y necesitaba, cómo no me iba a enamorar de vos? Y así fue, todos esos recuerdos y esas ganas de volver a sentirme así de amada y valorada fueron las que me mantuvieron este tiempo en esa lucha constante de tenerlo otra vez.

Pero también, entendimos que ya hacía bastante todas esas cosas habían dejado de ser tales, y es loquísimo, porque alguien desde afuera también lo notó y no era sólo una percepción mía, pero ese vos que yo conocí, y del que me enamoré no está más, quizás fue una versión espontánea del momento y esta versión actual es quien sos realmente, o, quien preferís mostrar que sos porque así evitas sufrir o pasarla mal, no lo sé. 

La realidad es -como ya habré dicho alguna otra vez- que más allá del amor que te tengo, toda esa perfección del momento me hizo querer darlo e intentar todo para volver a tenerlo, a sentirlo, a vivirlo, y parte del cierre de este ciclo es entender que lamentablemente no va a pasar.

(siempre te voy a recordar por lo lindo, por ser todo lo que sin buscarlo quería, merecía y necesitaba, por hacerme tanto bien, por darme tanta luz, por ser lo que creo tu primer amor real, por ver tu mejor versión, por como brillamos juntos, por la historia que escribimos de nosotros).